„Was zum Teufel soll das Ganze?“ (¿De qué diablos se trata todo esto?) es una de las preguntas más radicales e interesantes de toda la entrevista con el filósofo estrella en Alemania, que se caracteriza no solo por plantear preguntas que nos conmueven sino también por el coraje en sus afirmaciones como que “el mundo no existe” en su famoso libro. Prof. Dr. Markus Gabriel es actualmente director del Centro Internacional de Filosofía y ocupa la cátedra de Epistemología, Filosofía moderna y contemporánea de la Universidad de Bonn.
La pregunta, que dispara los pensamientos más profundos y desencarna la filosofía, es uno de los tesoros más valiosos que hoy hemos perdido relativamente. En un mundo de certezas en lo inmediato, donde la opinión (doxa) desplaza casi totalmente al conocimiento (episteme), preguntar, plantear interrogantes, es un acto revolucionario en sí según mi punto de vista.
Como planteaba Heidegger en Was heißt Denken? lo preocupante de nuestro tiempo -un tiempo que da que pensar- se muestra en que todavía no pensamos. Soy partidario de que para ponernos en el camino del PENSAR es imperante darle lugar a las preguntas, a las preguntas cruciales de ahora y de antes, esas preguntas que se nos escapan, pero que en el tiempo nos dan de qué pensar.
La primera pregunta que nos surgió para la entrevista al filósofo de Bonn fué qué significa filosofía para él. Filosofía significa la reflexión racional, sistemática y por lo tanto científica sobre la reflexión (Nachdenken). Los filósofos investigan así formatos de pensamiento y desarrollan modelos de pensamiento en el nivel más elevado donde ya no hay un meta-pensar. El sistema objetivo de la investigación filosófica es el pensamiento en sí mismo. Por lo tanto, en el orden de las ciencias, la filosofía es la ciencia más alta. Markus Gabriel ha insistido en este tiempo inaudito de pandemia de Coronavirus y de cuarentena, en el hecho de volver a reflexionar en el error hoy muy difundido, de pensar que las crisis humanas sólo se deben resolver con la ciencia y la técnica. Yo me pregunto junto al filósofo, si esta situación no nos ha demostrado más bien que la pandemia no solo es un problema sanitario y político, sino también (y sobretodo) un problema humanitario, donde se manifiesta la naturaleza de nuestra cultura y se pone en crisis lo que somos y las formas en que vivimos.
Siguiendo esta línea y ante la pregunta de si esta situación, donde las personas se ven obligadas a encerrarse y a pensar en sí mismas, no conlleva a ver allí beneficios y ventajas, la reflexión de Markus Gabriel fué más que interesante. Podemos encontrar ciertas ventajas en el confinamiento de las personas en sus casas para con el PENSAR, pero no debemos perder de vista que no sirve de nada si las personas encerradas carecen de una guía (Leitfaden) como por ejemplo la filosofía. Allí surge una crítica ante el pensamiento casi ingenuo de aquellas personas que creen que ante la pandemia pueda surgir una revolución contra el capitalismo o una vuelta al socialismo. Es ingenuo pensar que el simple hecho de encerrarnos y hacer actividades con las cuales no nos ocupamos en la rutina común, puede llevarnos a la filosofía. Aún cuando el confinamiento puede significar una especie de paraiso filosófico (Philosophenparadies) para los que nos dedicamos a la filosofía y ocupamos el tiempo en leer y escribir, para la mayoría de los trabajadores puede significar el infierno. Y aquí pienso en una pregunta de la Doctora y profesora Carolina Araujo que desencadenó una interesante reflexión: A qué le llaman -romantizar la cuarentena-? Comúnmente le otorgamos este adjetivo a cosas que parecen bellas o positivas, pero en realidad no lo son. La cuarentena nos atrapa a todos y todos nos vemos afectados por ella, pero hay millones de personas que la pasan muchísimo peor que otras. Cuarentena romantizada significa pensar que esta situación nos lleva a leer los libros que no pudimos leer, a cocinar y hacer trabajos manuales contra el estrés y salir a aplaudir a los balcones a favor de la solidaridad. Como dice Markus Gabriel, los trabajadores, que sufren esta crisis ante el miedo de perder el trabajo, pensando en como ganar dinero para alimentar sus familias, no necesitan leer a Albert Camus, los trabajadores sanitarios no necesitan aplausos: los trabajadores necesitan buenos salarios, seguridad social y salud accesible con inclusión. Lo que sí muestra la pandemia es que muchas personas se dan cuenta en este tiempo de que se ha perdido algo, ese algo que está entre las ciencias naturales y la religión. Se ha perdido la filosofía.
Markus Gabriel sostiene asimismo que a partir de la Edad Moderna se ha tendido a darle más lugar prominente a la técnica y las ciencias naturales, pero se ha dejado de lado a la filosofía. Todo esto llevo a lo que podemos observar anterior a la crisis del Coronavirus, que el filósofo denomina „destrucción de la Ilustración” (Zerstörung der Aufklärung). Dicha destrucción no solo fué llevada a cabo por los nacionalismos de derecha sino también por el peligroso Naturalismo, que difunde la idea de que es posible describir la realidad totalmente con el lenguaje de las ciencias naturales y su trabajo actual. Es falso pensar que hoy las ciencias naturales pueden otorgarnos una idea del ser humano (Menschenbild), donde los temas más candentes como el sentido y sinsentido de la existencia, la inmortalidad, la historia, el mundo y Dios tengan algún tipo de respuesta. Ante estos enigmas de la vida las meras ciencias naturales —«que abstraen todo lo subjetivo»— no son capaces de «decirnos nada» (Hua VI: 3-12; Husserl, 2008: 49-58). Los nacionalismos de derecha y el naturalismo son mutuamente enemigos directos de la Ilustración, que no representan más que una idiotez ideológica. Ante esto Markus Gabriel sostiene que es necesario una nueva Ilustración (Wir brauchen eine neue Aufklärung). La nueva Ilustración debe superar por ejemplo las ideas de Darwin, que a opinión del filósofo, representan una ideología peligrosa, racista y especista. Esta ideología de un Darwin que aún no conocía la biología molecular y no estaba bien formado en filosofía, ha llevado a pésimas consecuencias morales, por ejemplo el racismo imperante en el ultimo siglo o la discriminación y explotación de los animales al quitarles todo tipo de derechos e intereses. Hoy que sabemos más sobre el universo y sobre el espíritu humano (Geist), necesitamos una nueva Ilustración interdisciplinaria bajo un concepto principal: Quiénes somos y quiénes queremos ser en el futuro.
Nuestro filósofo no sólo es conocido por ser el profesor de filosofía más joven de Alemania sino también por ser el padre del Nuevo Realismo. El Nuevo Realismo de Markus Gabriel se traduce en la defensa de que podemos percibir los objetos y los hechos tal como son en realidad –la verdad existe–, y que los campos de sentido en los que existen estos objetos y hechos son infinitos –podemos aproximarnos a esa verdad desde diferente puntos de vista, y no solo materiales–. Ante el fracaso de la metafísica y el constructivismo de la posmodernidad, Markus Gabriel plantea que la existencia y el conocimiento humano no son alucinaciones colectivas ni meros constructos de la mente tras los cuales se oculta el mundo real; conocemos el mundo tal como es en sí, aunque a veces podamos engañarnos. La tesis principal del filósofo es que no podemos hacernos una imagen del mundo, porque el mundo no existe, o sea no existe un todo ni puede existir.
Vivimos en este tiempo de cuarentena y confinamiento en una “pausa de la realidad”? La respuesta de Markus Gabriel es claramente No. La realidad es aquello de lo cual no podemos escapar y no hay un punto de vista junto o alrededor de la realidad. Lo que actualmente vivimos según el filósofo es un “shock de la realidad” (Wirklichkeitsschock), donde experimentamos un shock de la “falsa normalidad” con la que nos acostumbramos. La fenomenología de Husserl y Heidegger han investigado estas formas de vida de falsa normalidad y luego la sociología han dado sus aportes en dicha investigación. Lo que nosotros a través de la organización de nuestra vida cotidiana llamamos “normal” dentro de la “normalidad” no es una normalidad standard. Estas formas de vida son solamente estrategias de adaptación (Anpassungsstrategien) a la “normalidad” y justamente esas estrategias son las que ahora colapsan y muestran las deficiencias y la crisis: racismo en la pandemia, los sistemas de salud privatizados o ultra-economizados, la obsesión por cerrar fronteras creyendo que el virus respeta “límites”, etc. A través de las deficiencias del sistema que ahora florecen por doquier, nos damos cuenta que el Coronavirus es un problema social (Gesellschaftliches Problem) que nos afecta a todos. Yo me pregunto y extiendo la pregunta a los lectores, si esta crisis de la “falsa normalidad” nos llevará a una forma de vida mejor, como creen algunos pensadores ilusionados con un socialismo o un capitalismo más comunitario, o más bien a una sociedad de shock, donde la necesidad de actividad nos lleve a nuevas formas de vida en caos apelando al orden, al rol de los Estados Nacionales y el control digital. Creo asimismo que ahí está el rol de la filosofía hoy. No en los claustros académicos, sino en los pasillos virtuales, en el Ágora que es el mundo que habitamos.
Hacia el fin de la entrevista con el filósofo alemán, retornamos a la pregunta por la filosofía y la experiencia de vida a partir de ella. Markus Gabriel respondió que su interés por la filosofía surgió desde muy joven a partir de un pasaje que leyó en la obra de Arthur Schopenhauer: Nos despertamos un día luego de una fiesta, estamos en una casa grande, vemos botellas vacías y ni siquiera sabemos como llegamos ahí. Luego nos dice Schopenhauer que las ciencias naturales se ocupan con las preguntas por dónde está cada cosa en la casa, la orientación y ubicación, cuándo llegamos a ese lugar, quizás a quién le pertenece la casa, etc. La filosofía, a diferencia del resto de las ciencias, se dedica a preguntar finalmente ¿De qué diablos se trata todo esto? (Was zum Teufel soll das Ganze?). Me atrevo a decir en castellano criollo que la filosofía es la pregunta en la resaca. Esa pregunta, pregunta radical, que da inicio a mi artículo, es la pregunta esencial según el filósofo alemán. El resto de las preguntas quedan en un segundo lugar. En la pregunta nos cuestionamos por el sentido (si es que hay un sentido) de las cosas, de la vida, del mundo, de Dios.
La pregunta desencadena todo. Markus Gabriel concluye que el interés por las preguntas de las ciencias y las preguntas de la filosofía hoy tienen el rol de un trabajo conjunto, a pesar que las preguntas filosóficas son para él las más importantes. Ojalá el hecho de plantearnos preguntas hoy puedan desencadenar una transformación para bien de nuestras formas de vida. Ojalá demos lugar a la pregunta. Ojalá nos hagamos pregunta.
Entrevista realizada en alemán forma Skype con Prof. Dr. Markus Gabriel en Bonn el 7 de abril de 2020
© Imagen: Gentileza Fundación Medifé
- Gabriel Valdez
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