Cuando hoy desperté y tomé mi primer café del día, supe inmediatamente que este 24 de marzo sería muy distinto. Quizás la distancia con Argentina cumple un rol fundamental en ese anhelo por la fecha conmemorativa de la tragedia, pero esta cuarentena en medio de una pandemia y las noticias que duelen alrededor del mundo, hacen de esta jornada una ocasión muy especial.
Al pensar en esta fecha siempre tengo dos frases marcadas a fuego en mi cabeza y seguramente también en lo profundo de mi conciencia: “Comunica a la población que a partir de la fecha, el pais se encuentra bajo el control operacional de la Junta Militar...”. En la antesala de la historia estas palabras siempre serán una herida en la memoria colectiva argentina. Creo que al igual de aquel día hoy la Argentina está en cuarentena atacada por distintos virus. En aquel entonces se callaron las iglesias, por citar la embleme canción de Leon Gieco, el silencio y la complicidad de tantos que no vieron ni quisieron ver que estaban infectados por ese virus que dejó nuestro país en cuarentena por largos años que se convirtieron en pérdidas y dolor. En la historia de las epidemias y de virus siempre se ponen en juego las formas de funcionar y de pensar de una sociedad. Es que las epidemias nos ponen frente al espejo, nos encierran y nos agobian, nos persiguen y nos debilitan. Nos interpelan a tomar una decisión cruel y radical: queremos ser humanos? El virus de la dictadura militar argentina no sólo enfermó un país que presentaba síntomas de decadencia, odio e intolerancia, sino que también dejó rasgos patológicos que necesitaron mucho tiempo de cura. Y hoy nos seguimos curando. Y seguimos luchando contra epidemias que siembran el terror y la muerte.
En estos días de cuarentena, a menudo he pensado en cómo en la vida diaria hemos perdido el sentido de compasión por el otro o simplemente hemos perdido “al otro”. Es que el otro se ha convertido en el extraño, el lejano. Cuando la pandemia nos repliega y nos encierra en nuestras casas, ahí en la conmoción por el dolor ajeno, volvemos la mirada al otro, al que está al lado mío. Ya no pensamos ser héroes griegos o revolucionarios del mundo, porque ahí somos todo para el otro que quiero, que cuido y que acompaño. De toda esta situación y recuperacion de la conciencia de que el otro existe y está junto a mí, de ahí mismo, de ese milagro hecho realidad, surge la vida. La vida es ese impulso por seguir siendo y haciendo historia. La vida es una búsqueda por el otro. Y aquí viene la segunda frase marcada en mí: “Queremos saber dónde están nuestros hijos, vivos o muertos! Una angustia porque no sabemos si están enfermos, si tienen frío, si tienen hambre”. Esas palabras me conmueven demasiado y cuando escribo esto no puedo evitar un nudo en la garganta. Esa madre, quien es mi madre, nuestra madre, busca a su hijo. Es la Argentina que busca a sus hijos, que ama la vida, que vuelve la mirada al otro. Y en los ultimos años, cada 24 de marzo, son como un llamado a la memoria pero también un grito de vida. Un grito para encontrar al otro, a los otros, a los hijos perdidos, a mis hermanos, mi madre, mi padre. Es la esperanza hecha pueblo.
Todo cambia, supo coincidir con su canción Mercedes Sosa con el filósofo griego Heráclito, todo cambia, “pero no cambia mi amor, por más lejos que me encuentre. Ni el recuerdo ni el dolor, de mi pueblo y de mi gente”. Que este día nos llame a volver la mirada al otro, en el dolor y la enfermedad, en el encierro y el resguardo. Pero que desde el pensamiento y la mirada, desde mi pluma al escribir y la convicción de todos surja un grito de memoria, pero también de solidaridad para decir: Nunca más!
En este día por la memoria, la verdad y la justicia cambiamos nuestra forma de gritar por la vida de los nuestros, de los perdidos, de los hijos y nietos que desaparecieron, de los que luego quedaron en Malvinas, de todos nuestros hijos. Somos los jóvenes que tomamos el legado de las madres que buscan. Somos los argentinos que hoy en la pandemia volvemos la mirada al otro para cuidarlo, para decirle que le queremos. Y también estamos aquí para seguir viviendo, seguir en la esperanza y seguir buscando a los que nos faltan.
Te busco. Te buscamos. No te olvido.
- Gabriel Valdez
- Politik